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Los maiores (de la palabra latina que significa «mayor») eran los principales cargos públicos del reino visigodo. Los maiores eran muy ricos, pero la riqueza no determinaba por sí sola la posición social, pues para ser maior persona había de ostentarse además un cargo palatino (en el Officium palatinum del palacio), o un cargo de poder militar o jurisdiccional: gardingo, dux («duque») o comes («conde»). También formaban parte del Aula Regia, junto con otros dignatarios designados por el rey.[1]
No debe confundirse a los maiores con los senatores («senadores») o potentes («poderosos»), que, aunque igual de ricos que aquellos, no ostentaban cargos. Era el cargo y no la riqueza ni los títulos lo que confería la nobleza. La clave de la diferencia era la separación por origen entre la clase dirigente del reino visigodo: la gran mayoría de maiores eran de origen godo, aunque también pudo incluirse entre ellos, especialmente a partir de la conversión al catolicismo y la autorización de los matrimonios mixtos, algún hispanorromano.
Los maiores participaban junto al rey en campañas militares, podían ser consultados acerca de la legislación y debían aprobar (junto a los obispos) los perdones que el rey quisiera otorgar a los traidores. Algunos de ellos, designados por el rey, participaban desde el año 653 en los Concilios generales o Concilios de Toledo.
Parece que en la corte regia había también un grupo de funcionarios incluidos en la categoría social de los mediocres, a los que (a pesar de ser también denominados minores palatii) se podía considerar maiores, pero contrastados con la existencia de un grupo de maiores de mayor categoría, los primi (primates palatii, seniores gothorum o viri illustres, y gardingos) lo que tal vez indicaría que a esos primates[2] se les consideraba por encima y el resto de los maiores eran mediocres.
En oposición a los maiores estaban los inferiores, siendo ambas categorías parte de la clase dirigente. No debe confundirse con la oposición entre honestiores y humiliores, que designa categorías sociales muy diferentes.
Muy pocos inferiores tenían acceso al Palacio, mientras que sí había cargos reservados a humiliores, personas de condición servil (los encargados de las caballerizas o stabularii, los mayordomos o gillonarii, los plateros o argentarii, los cocineros, etc.). Era evidente la promoción social de estos personajes, por el simple hecho de su cercanía física a la persona del rey y las oportunidades que tal cosa les ofrecía. Ervigio consideró necesario prohibir que esclavos y libertos y sus descendientes pudieran ingresar en el Officium palatii, con excepción de los esclavos del Tesoro.